Table of Contents
La madrugada del 28 de julio de 2025 se tiñó de luto para el boxeo argentino y mundial con la triste noticia del fallecimiento de Alejandra «La Locomotora» Oliveras. A sus 47 años, la ex campeona mundial, un ícono de la perseverancia y la lucha, dejó este plano terrenal tras una ardua batalla de catorce días contra las secuelas de un accidente cerebrovascular isquémico, que la mantuvo internada en el Hospital José María Cullen de Santa Fe.
Su partida no solo deja un vacío irremplazable en el ámbito deportivo, sino también en los corazones de quienes la conocieron y se inspiraron en su incansable espíritu, forjado tanto dentro como fuera del cuadrilátero.
La noticia impactó profundamente, pues aunque su estado de salud era grave, se habían reportado leves mejorías que mantenían encendida la llama de la esperanza entre sus seguidores y seres queridos. Sin embargo, la complejidad de su condición, marcada por un tromboembolismo pulmonar, finalmente la llevó a su último descanso. Familiares, amigos y el mundo del boxeo lamentan la pérdida de una figura que supo trascender las fronteras del deporte para convertirse en un verdadero faro de esperanza y resiliencia para muchos.
Una Vida Marcada por la Superación y la Lucha Incansable
Alejandra Marina Oliveras nació el 20 de marzo de 1978 en El Carmen, Jujuy, pero su niñez y adolescencia transcurrieron en Alejandro Roca, Córdoba, en un entorno de precariedad y desafíos constantes. Desde muy temprana edad, la vida le presentó obstáculos monumentales, enfrentando la marginalidad y la necesidad de trabajar desde pequeña para contribuir al sustento familiar. Fue madre a los 14 años, una responsabilidad que asumió con admirable fortaleza en un contexto de vulnerabilidad.
Como muchas mujeres, Oliveras experimentó de primera mano la violencia de género, una realidad dolorosa que, paradójicamente, la impulsó a encontrar en el boxeo no solo una forma de defensa personal, sino también un camino hacia la redención y la autovaloración. Este deporte se convirtió en su refugio, su escape y, finalmente, su motor para transformar una realidad adversa.
Sin recursos y sin un gimnasio donde entrenar, Oliveras comenzó su camino en el boxeo a escondidas, en la precariedad de su hogar. La falta de equipamiento y un entrenador formal no fueron impedimento para su férrea voluntad. Forjó su cuerpo y su espíritu a base de disciplina y una inquebrantable determinación, utilizando lo que tenía a mano para perfeccionar su técnica y su resistencia.
Esta etapa temprana de su vida sentó las bases de la guerrera que se convertiría, una mujer que entendió que la vida misma era una pelea constante, y que cada golpe, cada adversidad, era una oportunidad para levantarse con más fuerza. Su historia personal es un testimonio de cómo la voluntad humana puede doblegar las circunstancias más difíciles, forjando un espíritu indomable capaz de enfrentar cualquier desafío.

El Ascenso de una Leyenda: De Debutante a Campeona Mundial
Su debut profesional en 2005 marcó el inicio de una carrera legendaria en el boxeo. Con un estilo agresivo, potente y una determinación inquebrantable, Alejandra «La Locomotora» Oliveras se abrió paso a fuerza de nocauts y victorias memorables. Rápidamente capturó la atención del público y la crítica por su impresionante poder de pegada y su valentía en el ring.
En mayo de 2006, en Tijuana, México, se consagró campeona mundial supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) al vencer por nocaut técnico en el noveno asalto a la formidable boxeadora mexicana Jackie Nava. Este fue un hito que la catapultó a la élite del boxeo femenino, no solo en Argentina sino a nivel internacional, consolidando su nombre como una fuerza a tener en cuenta.
Este triunfo fue solo el primero de sus seis títulos mundiales en cinco categorías diferentes, un logro sin precedentes que la inscribió en el Libro Guinness de los Récords como la primera mujer en el mundo en obtener cuatro títulos mundiales por nocaut. Ostentó las coronas supergallo del CMB, pluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), ligero del CMB y pluma de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), demostrando una versatilidad y una potencia inigualables.
Su récord profesional de 33 victorias, 16 de ellas por nocaut, 3 derrotas y 2 empates, es un testimonio irrefutable de su dominio en el ring, un escenario donde cada combate era una declaración de principios. Oliveras no solo buscaba ganar; buscaba demostrar que los límites son autoimpuestos y que el espíritu humano puede lograr lo que se proponga, incluso en el deporte más exigente. Cada golpe, cada movimiento en el ring, era una manifestación de su historia, de su lucha por un lugar y de su deseo de inspirar a otros.

Un Legado Más Allá de las Cuerdas: La «Locomotora» Social
Más allá de sus impresionantes logros deportivos, Alejandra Oliveras trascendió la figura de boxeadora para convertirse en una referente social y un símbolo de esperanza. En 2024, su invaluable trayectoria y el impacto que generó en la disciplina fueron reconocidos al ser incorporada al prestigioso Salón de la Fama del Boxeo Latinoamericano. Su historia de superación, desde la marginalidad y la violencia hasta la cima del boxeo mundial, la convirtió en una voz inspiradora, especialmente para mujeres y jóvenes en situaciones de vulnerabilidad.
Solía repetir en sus charlas motivacionales que «ganar significa ganarle a la vida, a la discriminación, a la pobreza, a la violencia», una frase que encapsulaba su filosofía y su incansable trabajo social. Esta poderosa sentencia no solo resumía su trayectoria personal, sino que también ofrecía una guía para aquellos que se sentían atrapados por las circunstancias.
Su compromiso con la comunidad la llevó a fundar el «Team Locomotora», un gimnasio donde ofrecía entrenamiento gratuito de boxeo a niños y jóvenes de barrios carenciados. Sin embargo, su generosidad venía acompañada de una condición fundamental: exigía a cambio su compromiso con la educación, entendiendo que la formación académica era tan crucial como el desarrollo físico para un futuro mejor.
Este proyecto no solo les brindaba una oportunidad en el deporte, sino que los alejaba de la calle y les inculcaba valores como la disciplina, el respeto y la perseverancia. En sus últimos años, Alejandra también incursionó en la política, presentándose como candidata a diputada por el partido Unite Santa Fe en 2021 y sumándose al Ministerio de Seguridad de la Nación. Su objetivo era llevar su mensaje de lucha y superación a un ámbito más amplio, demostrando que su compromiso iba mucho más allá del deporte y abarcaba una visión de transformación social.
La «Locomotora» Oliveras fue una mujer con una humanidad profunda, sensible a las problemáticas sociales, siempre dispuesta a ayudar y a motivar a otros. Su carisma, su energía inagotable y su capacidad para conectar con la gente la hicieron una figura querida y admirada, cuyas palabras resonaban en miles de personas que encontraban en ella un ejemplo de fortaleza y resiliencia. La tristeza por su fallecimiento es compartida por colegas como Marcela «La Tigresa» Acuña, su histórica rival en el ring, quien lamentó su partida y reconoció el vacío que deja en el boxeo femenino argentino.
La vida de Alejandra Oliveras, una verdadera guerrera dentro y fuera del cuadrilátero, permanecerá como un faro de inspiración, recordándonos que con pasión, disciplina y un espíritu indomable, es posible trascender las adversidades y dejar una huella imborrable en el mundo. Su legado perdurará en cada joven que, inspirado por su historia, decida luchar por sus sueños y en cada mujer que encuentre en ella la fuerza para enfrentar sus propias batallas.
¿Por qué era conocida como «La Locomotora»?
Se ganó el apodo por su estilo de boxeo agresivo, potente y su inquebrantable determinación en el ring.