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Frijoles Negros Dormidos El Espectacular Sabor Que Te Hará Recordar Tu Niñez en Cuba

by Luna Lianet
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frijoles negros

Si has crecido en Cuba, hay ciertos sabores que te transportan de inmediato a la niñez. No son los platos más sofisticados, ni los más complejos. Son los sabores sencillos, los que acompañaban la rutina diaria. El aroma de los frijoles negros cociéndose a fuego lento es uno de esos recuerdos imborrables.

La casa se llenaba de su olor característico desde la mañana, y sabías que, al mediodía, un plato caliente de frijoles negros te esperaría en la mesa. Los frijoles negros «dormidos» eran la versión del día siguiente, más espesos, más concentrados, y para muchos, aún más sabrosos. Eran el acompañante perfecto para cualquier plato, pero también un manjar por sí mismos, servidos con arroz blanco y un poco de picadillo y frijoles negros.

La belleza de esta receta reside en su simplicidad y en el tiempo. Es un recordatorio de que las cosas buenas de la vida a menudo requieren paciencia. Esta no es una receta para quienes buscan una solución rápida; es una receta para aquellos que desean saborear la nostalgia y cocinar con el corazón. Es un viaje de regreso a la niñez, a la mesa familiar, y a la calidez de un hogar cubano.

Además, no hay comida que represente mejor la cultura cubana que los frijoles negros, un símbolo de unión familiar y tradición en cada hogar cubano.


La Paciencia del Sabor: Cocinando la Nostalgia a Fuego Lento

Los frijoles negros son esenciales en la dieta cubana y su preparación se considera un arte que se transmite de generación en generación.

El sabor de los frijoles negros mejora con cada cocción, convirtiéndose en un platillo que siempre se espera en la mesa cubana.

Así, los frijoles negros cubanos se convierten en un legado cultural que no debe perderse.

El secreto de unos buenos frijoles negros está en el remojo y la cocción lenta. La noche anterior, debes poner los frijoles secos en un recipiente con abundante agua. La abuela decía que debían «descansar» para ablandarse. Al día siguiente, se escurrían y se ponían en una olla grande con agua fresca, a fuego alto hasta que hirvieran. Luego, bajaba el fuego al mínimo, le agregaba un poco de orégano, una hoja de laurel y un chorro de aceite. Tapaba la olla y los dejaba cocinarse a fuego lento.

Comer frijoles negros es como volver a la infancia, recordando esos momentos familiares alrededor de la mesa.

La abuela revisaba la olla de vez en cuando, agregando agua si era necesario para que no se secara, pero el proceso era lento. Dos o tres horas después, los frijoles ya estaban blandos. Es aquí donde la magia del sofrito vuelve a hacer su aparición. Se hace un sofrito con cebolla, pimiento verde, ajo y comino. Una vez listo, se mezcla con los frijoles. En este punto, la abuela le agregaba un poco de azúcar para balancear el sabor. El azúcar le da un toque dulce, que equilibra la acidez del vinagre que se agrega más tarde, creando una explosión de sabores en la boca.

En cada plato de congrí, los frijoles negros juegan un papel fundamental, aportando su sabor característico y nutritivo.

potaje de frijoles negros
Frijoles Negros Dormidos El Espectacular Sabor Que Te Hará Recordar Tu Niñez en Cuba 7

El Toque Final: El Vinagre y la Cebolla

El congrí, que incluye frijoles negros, no solo satisface el hambre, también alimenta el alma.

El toque final de unos frijoles negros cubanos es el vinagre y la cebolla. La abuela siempre los ponía al final, para que su sabor se sintiera fresco. Una vez que los frijoles estaban listos, y antes de servirlos, los dejaba «dormir» por un rato. Los frijoles, al reposar, espesaban y se volvían aún más sabrosos. Cuando los servía, le ponía un chorrito de vinagre de vino y un poco de cebolla cruda por encima. A veces, también les ponía unas rodajas de aguacate.

La combinación de arroz con frijoles negros es un plato que nunca pasa de moda en la cocina cubana.

El aroma de esos frijoles, con el sabor del sofrito, el toque dulce y el ácido del vinagre, es un recuerdo que me persigue. Era la comida que me hacía sentir seguro, que me recordaba la calidez del hogar. Comerlos con arroz blanco recién hecho, y un huevo frito con las puntas crujientes era la comida más exquisita de mi niñez. Los frijoles negros dormidos son un recordatorio de que los mejores sabores son a menudo los más simples. Son un abrazo en un plato, un sabor que te hará recordar tu niñez en Cuba, no importa lo lejos que estés.


¿Por qué se les llama «dormidos»?

Se les llama así porque su sabor y textura mejoran cuando se dejan reposar o «dormir» después de la cocción, volviéndose más espesos y sabrosos.

¿Cuál es el ingrediente secreto del sabor?

El toque especial de esta receta es el azúcar, que equilibra la acidez del vinagre que se añade al final, creando un sabor agridulce.

¿Qué papel juega el tiempo en esta receta?

La paciencia es clave. Los frijoles se remojan la noche anterior y se cocinan a fuego muy lento durante horas para que queden tiernos y llenos de sabor.

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