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Fascinación por los Cuerpos Preservados
El siglo XVII fue testigo de una peculiar obsesión por las momias, consideradas tanto objetos de estudio científico como reliquias sagradas. En Europa, el descubrimiento de cuerpos preservados en catacumbas, iglesias y tumbas antiguas despertó un intenso debate entre médicos, teólogos y coleccionistas. Mientras algunos las veían como pruebas de técnicas de conservación perdidas, otros las veneraban como restos de santos o las convertían en ingredientes para macabros remedios. Este artículo explora el papel de las momias en el Barroco, un período donde la frontera entre ciencia y superstición era particularmente difusa.
Las Momias como Medicina: El Polvo de los Muertos
La Farmacopea Macabra
En el siglo XVII, la «mumia» (polvo obtenido de momias egipcias y europeas) se vendía en boticas como tratamiento para múltiples dolencias. Los médicos de la época creían que la sustancia resinosa que cubría estos cuerpos contenía propiedades curativas. Se usaba para:
- Detener hemorragias (mezclada con vino)
- Aliviar dolores articulares (en ungüentos)
- Prevenir infecciones (según Paracelso)
El Comercio de Momias
El mercado de restos humanos momificados floreció, especialmente en Alejandría y Venecia. Los comerciantes:
- Saqueaban tumbas egipcias para vender cuerpos a Europa
- Falsificaban momias usando cadáveres de mendigos
- Las exportaban en barco como «medicina premium»
Un informe de 1678 del boticario francés Pierre Pomet revela que las momias auténticas podían costar hasta 10 veces más que el oro.

Reliquias y Culto Religioso
Las Catacumbas Romanas
En 1578, el descubrimiento de catacumbas bajo Roma inundó las iglesias europeas con miles de esqueletos y cuerpos preservados, declarados «mártires» sin verificación. Estas «momias sagradas» fueron:
- Vestidas con ropas lujosas
- Expuestas en altares
- Usadas como símbolos de poder eclesiástico
El Caso de Santa Rosalia
En 1624, Palermo (Sicilia) declaró el fin de una peste tras hallar los restos momificados de Santa Rosalia. El cuerpo, intacto tras 500 años, se convirtió en centro de peregrinaje y reforzó la idea de que la incorruptibilidad era señal de santidad.

Estudios Científicos: Los Primeros Anatomistas
Las Disecciones de Frederik Ruysch
El médico holandés (1638-1731) innovó en técnicas de preservación usando:
- Inyecciones de cera coloreada en venas
- Soluciones alcohólicas con especias
- Composiciones artísticas con momias (su colección tenía 211 especímenes)
Teorías Erróneas
La ciencia del XVII aún cometía errores:
- Se creía que el «jugo de momia» prolongaba la vida
- Alquimistas como Johann Schröder afirmaban que su grasa curaba epilepsia
- Algunos textos médicos recomendaban consumir carne momificada
Momias en el Arte y la Cultura Popular
Las «Capuchin Crypts»
En Roma y Palermo, los monjes capuchinos decoraron criptas con:
- 4,000 momias de hermanos fallecidos
- Patrones geométricos con huesos
- Cuerpos vestidos con hábitos, en poses realistas
Literatura y Teatro
Las momias aparecieron en:
- Obras de Shakespeare («Otelo» menciona «los embalsamadores egipcios»)
- Relatos de viajeros como John Sanderson, quien compró una momia en El Cairo (1586)
- Sermones que usaban su conservación como metáfora de la resurrección
El Legado del Siglo XVII
De la Superstición a la Ciencia
A finales del siglo, médicos como William Harvey comenzaron a denunciar el uso de polvo de momia. Avances en:
- Anatomía (con preservación en formol)
- Química (análisis de sustancias orgánicas)
- Arqueología (excavaciones sistemáticas)
Momias Famosas de la Época
- La Dama de Rojo (Viena, 1601): Momia natural con vestido bordado
- San Vicente de Paúl (París, 1660): Cuerpo incorrupto exhibido hasta hoy
- Las Momias de Guanajuato (México, siglo XVII): Preservadas por minerales del suelo
Un Espejo de la Mentalidad Barroca
Las momias del XVII reflejan una era de contradicciones: se oscilaba entre la razón científica y la fe ciega, entre el respeto religioso y el lucro despiadado. Hoy, esos cuerpos preservados siguen contando historias de una época donde la muerte y la vida dialogaban sin tregua.
¿Qué precio tenían las auténticas?
Hasta 10 veces más caras que el oro según registros de boticarios franceses.
¿Cuándo dejaron de usarse como medicina?
A finales del XVII, cuando médicos como William Harvey denunciaron su inutilidad.