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En el vasto universo de la repostería cubana, pocas cosas evocan tanta nostalgia y alegría como una tartaleta de guayaba y queso crema. Es más que un simple postre; es un pedacito de la isla encapsulado en una masa dorada, una explosión de sabores que transporta a cualquiera de regreso a las mañanas de la infancia, a las meriendas con los abuelos y a las celebraciones familiares. Hacerlas en casa no es solo una receta, es un acto de amor y una forma de mantener viva una dulce tradición.
El secreto para una tartaleta inolvidable reside en el equilibrio perfecto entre una masa crujiente y mantecosa, y el contraste entre la dulzura tropical de la guayaba y la suave acidez del queso crema. Es un postre sencillo en su esencia, pero profundamente rico en sabor y significado. Te guiaremos paso a paso para que puedas recrear esta delicia, convirtiendo tu cocina en una auténtica panadería cubana.
El Corazón de la Receta: Ingredientes y Almas Gemelas
Antes de empezar, asegúrate de tener todos los ingredientes a la mano. La clave está en la calidad de cada componente. Si bien puedes encontrar queso crema y pasta de guayaba en cualquier supermercado, buscar las marcas de origen latino puede hacer una gran diferencia en el resultado final.
Ingredientes para la masa:
- 1 1/2 tazas de harina de trigo, preferiblemente todo uso.
- 1/2 taza de azúcar.
- 1/2 cucharadita de sal.
- 115 gramos de mantequilla fría, cortada en cubos pequeños.
- 1 huevo grande.
- 1/4 de taza de leche fría.
- 1 cucharadita de extracto de vainilla.
Ingredientes para el relleno:
- 225 gramos de pasta de guayaba.
- 1/2 taza de agua.
- 225 gramos de queso crema, a temperatura ambiente.
- 1/4 de taza de azúcar en polvo (azúcar glas).
- 1/2 cucharadita de extracto de vainilla.
La Magia Comienza: Preparando la Masa y el Relleno
La base de cualquier buena tartaleta es una masa perfecta. La nuestra será quebradiza y delicadamente dulce, el contrapunto ideal para el relleno.
Creando la Masa: Un Toque de Paciencia
- En un bol grande, mezcla la harina, el azúcar y la sal. Con la ayuda de un tenedor o un cortador de pasteles, incorpora la mantequilla fría. Trabaja la mezcla hasta que se asemeje a migas gruesas. Es crucial que la mantequilla se mantenga fría para lograr una masa hojaldrada y no apelmazada.
- En un recipiente aparte, bate el huevo, la leche y el extracto de vainilla. Vierte esta mezcla líquida sobre los ingredientes secos y amasa suavemente hasta que se forme una bola. No la trabajes demasiado, ya que esto endurecerá la masa.
- Envuelve la bola en papel film y déjala enfriar en el refrigerador por al menos 30 minutos. Este paso es fundamental, ya que le dará a la masa la consistencia perfecta para estirarla sin que se rompa.
El Corazón Dulce: Preparando el Relleno
- En una olla pequeña a fuego bajo, calienta la pasta de guayaba con el agua. Remueve constantemente hasta que la pasta se disuelva por completo y se convierta en una salsa espesa y homogénea. Retira del fuego y déjala enfriar.
- Mientras tanto, en otro recipiente, bate el queso crema con el azúcar en polvo y la vainilla hasta obtener una mezcla suave y sin grumos. Es importante que el queso esté a temperatura ambiente para que se integre fácilmente.

Montaje y Horneado: El Sabor Final
Ahora que tienes la masa y el relleno listos, es hora de darles forma a tus tartaletas y hornearlas hasta la perfección.
- Precalienta tu horno a 190°C (375°F).
- Saca la masa del refrigerador y divídela en porciones. En una superficie enharinada, estira cada porción hasta que tenga un grosor de unos 5 milímetros. Usa cortadores redondos para darle forma a las bases de tus tartaletas.
- Coloca las bases de masa en moldes para tartaletas individuales o en un molde para muffins. Con tus dedos, presiona suavemente la masa para que se ajuste a la forma del molde.
- Rellena cada tartaleta. Primero, coloca una cucharada de la mezcla de queso crema en el fondo. Luego, agrega una cucharada de la salsa de guayaba. Con un tenedor, mezcla suavemente ambos rellenos para crear un efecto de marmoleado.
- Hornea las tartaletas durante 15-20 minutos, o hasta que la masa esté dorada y crujiente. Déjalas enfriar en una rejilla antes de desmoldar.
Consejos para la Tartaleta Perfecta: Secretos de la Abuela
- No te apresures: La paciencia es clave, especialmente con la masa. No te saltes el paso de refrigerarla, es lo que le dará la textura perfecta.
- Mantequilla fría: Asegúrate de que la mantequilla esté bien fría y córtala en cubos pequeños. Esto evita que la masa se vuelva pesada y te asegura un resultado hojaldrado.
- La guayaba, a tu gusto: Si prefieres un sabor a guayaba más intenso, puedes reducir la cantidad de agua al derretir la pasta.
- Decora con amor: Para un toque final, puedes espolvorear azúcar en polvo sobre las tartaletas una vez que estén frías.
Un Bocado de Nostalgia: La Tartaleta como Conexión Cultural
Más allá de la receta, la tartaleta cubana es un símbolo de resiliencia y de identidad. Para la diáspora, es un lazo comestible con la tierra que dejaron atrás. Cada bocado de su masa crujiente y su relleno cremoso es un recuerdo de las fiestas familiares, de las conversaciones en el patio y del sabor inigualable de un país que se lleva en el corazón.
Hacer estas tartaletas en casa es un acto de amor que trasciende la cocina. Es compartir un pedacito de la cultura cubana con tus seres queridos, contar historias con cada pastelito y, lo más importante, mantener viva una tradición que se transmite de generación en generación. La tartaleta cubana no es solo un postre; es una celebración de la vida, de la familia y de la dulce, dulce nostalgia.
¿Qué hace especial a este postre?
Lo que lo distingue es la combinación de una masa hojaldrada y crujiente con un relleno que equilibra la dulzura de la guayaba con la acidez del queso crema.
¿Qué significa este postre a nivel cultural?
La tartaleta cubana es considerada un símbolo de identidad y nostalgia para la diáspora cubana, representando un lazo con su tierra y sus tradiciones familiares.